VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis AMP
EL ORDEN SIMBOLICO EN EL SIGLO XXI
NO ES MAS LO QUE ERA ¿QUE CONSECUENCIAS PARA LA CURA?
Asociación Mundial de Psicoanálisis

23 al 27 de abril de 2012
Hotel Hilton

Macacha Güemes 351, Puerto Madero
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
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ACTIVIDADES PREPARATORIAS

Reseña de la segunda sesión del Seminario de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis
El orden simbólico en el siglo XXI ya no es lo que ea. ¿Qué consecuencias para la cura?
por Antoni Vicens

El VIII Congreso de la AMP está ya muy cerca. El día 4 de febrero pasado, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis celebró la segunda de las dos sesiones de Seminario preparatorio, simultáneamente en todas sus Comunidades, y con la presencia de miembros del Consejo en cada una de ellas. Este Seminario se añade a las actividades de enseñanza que organizan las Comunidades y las Sedes. Hemos pedido a cada Comunidad un resumen de lo tratado; Antoni Vicens ha coordinado las reseñas elaboradas por Graciela Olivari, Gracia Viscasillas, José María Álvarez, Ricardo Arranz, Carmen Garrido, Viviana Adatto, José Ignacio Ibáñez y Gloria Flores. Creemos dar una muestra del interés de nuestra Escuela por el VIII Congreso de la AMP.

La Comunidad Andaluza contó con la presencia de Mónica Unterberger y Oscar Ventura, representantes del Consejo. En la mesa, presidida por Manuel Montalbán (que refirió la incidencia de las transformaciones sociales en la experiencia analítica y la importancia de la orientación por lo real en la época de la licuación del orden simbólico), expusieron sus trabajos Ricardo Acevedo, Carmen Ribés y José Ángel R. Ribas. Los representantes del Consejo dieron algunas pinceladas retomando las ponencias. Así, Mónica Unterberger se preguntaba cómo hacer en la práctica con los instrumentos de la última enseñanza de Lacan para tratar los nuevos reales, que son los modos de presentación de síntomas. El cambio de lo real depende de cómo lo organizan lo imaginario y lo simbólico, según los elementos propios de la época. Óscar Ventura abundó en las dificultades para pensar el Orden simbólico. Es un momento de mutación. ¿Qué hacer con el psicoanálisis en el momento de cambio de un orden a otro? Las mutaciones del orden simbólico comportan la mutación de los elementos clásicos de la práctica analítica.

Si, como desarrolló Carmen Ribés en su ponencia, el discurso hipermoderno tiene la misma lógica del discurso del analista, se trata del objeto en la posición de amo del discurso. Entonces el peligro del psicoanálisis es el de ser fagocitado. ¿Cómo nos vamos a diferenciar del nuevo orden? La interpretación ha perdido eficacia o empieza a perderla; hay fenómenos en los que el nombre el padre no tiene operatividad. En la crisis financiera se hace más complejo restituir los lugares de autoridad, la confianza, el lugar de sujeto supuesto saber. Y, con respecto a la formación del analista, hay una distancia con el saber escolástico en los jóvenes de hoy. Desde el derecho al goce esperan una formación prêt-a-porter. ¿Qué tipo de garantía va a dar la Escuela? El pase debería ser una enseñanza de lo que es la formación de los analistas. Los AE darán cuenta en Buenos Aires de cómo pueden hacer con este orden simbólico. La pregunta no es ¿qué hacer?, sino ¿cómo hacer para reubicarnos en este nuevo orden?

Ricardo Acevedo, miembro de la Sede de Málaga, en su ponencia, "Los nuevos reales", refiere que para no perdernos cuando elucidamos los cambios en la subjetividad de la época, conviene recordar los tres ítems, señalados por Jacques-Alain Miller en Comandatuba. En primer lugar, el peligro de un psicoanálisis que pretenda reconstruir el inconsciente de ayer (exaltación de lo simbólico por la tradición); en segundo lugar, la posición "pasatista": el inconsciente es eterno (refugio imaginario); y, finalmente, estar al resguardo de traducir la metapsicología a términos neurocognitivos (alineamiento con lo real de la ciencia). Es en la estela de la última enseñanza de Lacan que nuestra práctica puede inventar nuevas respuestas a los nuevos reales de la civilización hipermoderna. La clínica psicoanalítica puede estar a la altura cuando la contingencia haga fracasar las promesas de goce generalizado: llevar a un sujeto a cuestionar su estatuto de tal y su particularidad de goce. Ricardo Acevedo indicaba que hemos de reconsiderar la clínica con niños y adolescentes por el modo en que se presentan los síntomas (fracaso escolar, adicciones, violencia) en estos tiempos de fractura simbólica en el sujeto infantil ("las nuevas estructuras familiares vienen precedidas por una especie de licuación simbólica y por la consabida declinación del significante paterno"). La época cosifica al sujeto, evaluándolo y abordándolo con las TCC". El diagnóstico "estrella" de la modernidad transcurre en el eje bi-polar que va de las anorexias a las bulimias o del autismo a los TDAH, lo que lleva a una escandalosa medicalización de la infancia. Ilustró en una viñeta clínica, cómo un niño de 10 años, llevado a consulta por sus padres, y que ejerce una violencia exclusivamente familiar, reenvía con su discurso la pregunta a la pareja parental, que se siente compelida de repente, por el real de un malestar hasta ahora silenciado. Para concluir, Ricardo Acevedo citaba a Jacques-Alain Miller para recordar que "el inconsciente primario no existe como saber, y hace falta el amor para hacerlo existir como saber, único medio de establecer una relación S1-S2". Entonces sabremos estar "en la oferta de una escucha particular con un discurso que no se hace el tonto frente a lo real sin ley y que incidirá en la persistencia de la potencia y el límite que lo simbólico conlleva en sí".

Carmen Ribés, miembro de la Sede de Granada, en su trabajo "Lo simbólico ya no es lo que era. Comentario a ‘Una Fantasía’", hizo una relectura del texto de Miller, poniendo en tensión la práctica freudiana y la práctica lacaniana. Agrupó los elementos de las dos lógicas en dos columnas, para extraer consecuencias de las diferencias, en particular con respecto a la interpretación y algunas referencias para ubicar la psicosis y la histeria hipermoderna. El ascenso del objeto a escribe por sí solo la "decadencia del orden simbólico y también la pérdida de los ideales y el ascenso del plus-de-goce". Ese cambio también se debe a la introducción del psicoanálisis mismo en la civilización: es el éxito del psicoanálisis. Al escribir "El malestar en la cultura", Freud esbozó una teoría del goce sexual: hay que refrenar el goce para hacer existir la relación sexual. Esto se puede escribir: a–>$. Este matema es el de la dictadura del plus-de-gozar, y hace atisbar lo que tiene en común el discurso científico con ese objeto en la posición de agente. Antes de proseguir, Carmen Ribés recordó que para Lacan el discurso del inconsciente tiene la misma estructura del discurso del amo. Si el discurso del inconsciente es también el del Otro social, cabe la pregunta de si el discurso del inconsciente actual se deja escribir ahora con el matema del discurso de la civilización hipermoderna. Es decir, si el discurso del inconsciente ya no se corresponde con la estructura anterior del amo, sino con la de la civilización hipermoderna y por lo tanto con la del discurso del analista. "Por lo tanto, la práctica lacaniana que se tratará de inventar ya no operará a partir del discurso del inconsciente como su revés." Una práctica lacaniana de la interpretación no podría operar a través de la articulación de un significante con otro para producir retroactivamente un nuevo sentido (a partir del inconsciente que se sostiene de una estructura simbólica del lenguaje). La práctica lacaniana trataría más bien de quebrar la articulación significante, de deshacer la concatenación S1–S2. Esto da por resultado la producción de un significante aislado, que no se articula con otro. Se trata del "acontecimiento de cuerpo". El significante solo puede desvelar, al quedar aislado, un punto de fijación que se convierte en una localización de goce para el sujeto.

La Comunidad de Aragón contó con la presencia, por parte del Consejo, de Graciela Sobral. A señalar la asistencia numerosa, y la amplia, plural y animada conversación que se suscitó alrededor de las presentaciones que tuvieron lugar.

Tras la presentación del seminario y del tema del Congreso por parte de Teresa Colomer, Graciela Sobral comenzó realizando el anuncio público del III Fórum "Las servidumbres voluntarias: La infancia bajo control", animando a la presencia activa y señalando que también forma parte de nuestra actualidad. La conversación en nuestra Comunidad comenzó ya en este punto, alrededor de el peso que está cobrando la pedagogía sobre la clínica y la influencia diagnóstica desde el mismo profesorado. A continuación, Graciela Sobral realizó una breve exposición en torno al tema que nos convocaba en relación a una contingencia: el encargo del comentario sobre una frase de Lacan preparatoria de la Conversación del Instituto en Barcelona: "El psicoanalista no se recluta entre quienes se entregan por entero a las fluctuaciones de la moda en materia psicosexual" (Seminario 4). Lo remitió al tema del Congreso de la AMP. Su exposición introdujo a la temática de las nuevas formas de situar hoy lo masculino y lo femenino "en un mundo comandado por el goce dentro de una Babel psicosexual".

Angela Mancho expuso su trabajo con el título "Autismo y discurso social". Angela comenzó subrayando el incremento en la prevalencia del autismo en los últimos años. Expuso un interesante repaso histórico del recorrido del término autismo desde la psiquiatría a finales del siglo XIX hasta nuestros días, en los que lo científico impera y en los que se intenta la rectificación de los síntomas por la medicación o la constante evidencia científica de lo cognitivo conductual. Subrayó que la aportación del psicoanálisis en estos momentos pasa por orientar hacia lo diferente. Señaló que el niño autista nos confronta muchas veces con el fracaso de lo que podría funcionar, pero también nos verifica el agujero en el saber, nos confirma la importancia del "enigma" – que para el psicoanálisis es impulso y soporte. En este sentido, nos transmitió muy emotivamente su primer encuentro con una niña autista, ya en 1971, y el impacto en su recorrido del "enigma" que supuso dicho encuentro. Expuso también dos breves viñetas de su práctica actual.

Esta presentación dio pie a conversar acerca del "diálogo con el autista", y de la posición del analista. Se plantearon también experiencias de trabajo desde otros dispositivos institucionales que derivaron a la cuestión del trabajo con los padres, y al tema del declive de la función paterna que implica no sólo el declive de ésta sino también el auge de una función materna en la que prima el delirio de completud imaginaria madre-niño; con esta modificación del peso de lo simbólico y lo imaginario, la intervención simbólica se torna persecutoria. Así, aún cuando el sufrimiento está presente en esas madres y hay una búsqueda de un Otro que intervenga en esa relación –neurofisiólogo, terapeuta que dé pautas– se trata en muchos casos de una búsqueda perversa, porque buscan un Otro que confirme su particular modo de relación con su objeto que es ese niño. Al hilo de esta conversación, se trató también sobre el proyecto de ley en Francia para prohibir el tratamiento de los niños autistas por la vía del psicoanálisis.

Continuamos la conversación con la presentación de Concha Pérez, que realizó una aportación clínica titulada "Lazos familiares", en la que, tras una situación dramática, el sujeto produjo un reordenamiento familiar peculiar que fue resituando para poder constituir nuevos lazos con su pareja. Temas como la posición como madre, la negación sobre el duelo, y la relación con la falta, dieron lugar a un animado y participativo debate.

Por último, Gracia Viscasillas presentó un texto titulado "Variaciones", en un intento personal de dar cuenta de la "variación" producida en la enseñanza de Lacan respecto a la frase "El inconsciente está estructurado como un lenguaje". Desde la vertiente simbólica del paso de sentido en la lectura de esta frase articulada en torno a la metáfora y la metonimia, a la vertiente del pas-de-sentido como ex-sistente al sentido. Es decir, no se trataría del no-sentido que completaría al sentido tomado como un conjunto, sino del no-sentido constituyente del sentido, motor de la aspiración siempre fallida al sentido. Se subrayó que en relación al lenguaje hay la satisfacción fálica del sentido, o de su búsqueda, en la remisión significante, pero hay también otra vertiente que apuntaría a "otra satisfacción" vinculada a la palabra, a la "experiencia" de la palabra en el cuerpo". El recuerdo de una escena llevó a la interrogación acerca de cómo un niño muy pequeño accedería a distinguirse y ordenarse en el mundo como niño o niña, y a la hipótesis de que el lenguaje está estructurado en torno a "el" y "la", en torno a la diferenciación sexual más allá del sentido de las palabras. Si el ser hablante se sitúa como sexuado, traumáticamente sexuado, es por su calidad de hablante. Y es en lo real del lenguaje donde encuentra, aún antes de su encuentro con lo traumático del hallazgo en los cuerpos de la diferenciación de los sexos, la diferenciación sexual. Como en las presentaciones anteriores, el debate en torno a estos temas no se hizo esperar.

Celebrada en la ciudad de León la sesión de la Comunidad de Castilla y León, contó con la presencia y los comentarios del consejero de la ELP Santiago Castellanos. El secretario de la Sede, José María Álvarez, presentó y animó el debate sobre las dos contribuciones clínicas preparadas por Teresa Cobos y Puri del Real. En esta ocasión, además de los miembros y socios, se invitó a algunas personas que comparten nuestra causa. El secretario de la Sede recordó el balance del Seminario del pasado año, en el cual se destacó la coexistencia actual de sujetos que pueden enmarcarse en el prototipo freudiano, y de otros que no tienen mucho que ver con los analizantes prototípicos, razón por la cual el psicoanálisis está en una permanente actualización. La otra consideración general la resumió en el contrabalanceo que se produce entre el decaimiento de lo simbólico y el auge de la clínica goce. Al hilo de estas consideraciones, en esta ocasión se eligió presentar casos clínicos que sigan la máxima del próximo Congreso de la AMP: El orden simbólico en el siglo XXI. Ya no es lo que era. Consecuencias para la cura y... para la formación del analista en el siglo XXI. El secretario comentó algunos textos de Miller, Laurent y Gorostiza, en los que se anima a investigar qué tipo de mutaciones han sobrevenido en el orden simbólico en las últimas décadas y a dilucidar las consecuencias para la cura psicoanalítica. Tras enmarcar de esta forma la sesión de trabajo, el secretario destacó dos ámbitos clínicos que por su frecuencia y extensión social retan de continuo al psicoanálisis actual: las depresiones y los lenguajes del cuerpo. Sobre el primer aspecto destacó que algo no va bien ahí. Los partidarios de modelos y praxis biomédicas han hecho de la depresión su bandera y se muestran ufanos de sus triunfos teóricos y terapéuticos. Pero algo no marcha, puesto que, según se nos anuncia, la depresión corre el riesgo de convertirse en epidémica. Ese ámbito reclama con urgencia nuestra atención, ya que en las depresiones, en buena medida, se renueva la voz de la histeria de siempre, la que denuncia al amo del saber y del poder, esto es, al discurso de la ciencia y al capitalismo: ni me curas ni trabajo.

En el terreno del dolor y los lenguajes del cuerpo, el secretario dio la palabra al consejero Santiago Castellanos, autor de un libro sobre la materia. Comenzó exponiendo que, en el ámbito del dolor por él investigado, se advierte la presencia de un goce deslocalizado y a la deriva, como se pone de relieve en el cuerpo de la mujer. "Mujer y fibromialgia", dice Santiago Castellanos, porque la lógica fálica está planteada de forma distinta que en el hombre: deslocalizado y a la deriva, eso es lo propio del goce femenino; el masculino, por el contrario, localizado. ¿Cómo operar con las palabras sobre ésto, cuando es el cuerpo el que habla y no el sujeto? Sigue habiendo pacientes freudianas (conversivas), pero en otros el dolor está pegado al cuerpo y el sujeto no habla; hay que localizarlo y hacer que hable. Castellanos propone algunas maniobras, en especial la de tomar el dolor como un síntoma (aunque sepamos que no es un síntoma analítico). Se trata de que el paciente paulatinamente se haga cargo de lo que dice, de encontrar al sujeto que está en el cuerpo, en el dolor. Y la estrategia consiste en extraer algunos significantes que resuenen y nos lleven al sujeto.

Teresa Cobos leyó el caso de un hombre de goce desenfrenado y sin límites, un "hipermoderno" infatigable en las prácticas sexuales y el consumo de drogas. El caso, atendido en el marco de los Servicios de Salud mental, dio mucho juego para discutir sobre el diagnóstico, pues aunque faltaba el correlato de la gran fenomenología psicótica estaba presente un índice evidente de la forclusión, como acertadamente proponía Teresa Cobos.

Puri del Real, por su parte, presentó dos viñetas clínicas de niños con síntomas relacionados con el aprendizaje. Síntomas aparentemente similares, pero, como destacó la ponente y enfatizaron las intervenciones de los participantes, esas formaciones sintomáticas se enraizaban en estructuras clínicas distintas (psicosis y neurosis).

En la Comunidad de Catalunya de la ELP se trató del Sujeto hipermoderno, del Síntoma, de la responsabilidad y de lo Real en psicoanálisis. Participaron, como miembros del Consejo, Carmen Cuñat y Liana Velado. Las intervenciones estuvieron a cargo de María José Freiría ("El Sujeto hipermoderno y las tentaciones de los sin brújula"), Miquel Bassols ("Lo real en psicoanálisis") y de Isabel Durand ("La responsabilidad del psicoanálisis en el s.XXI"). Esta vez pudimos contar previamente con Scilicet, el "diccionario" del Congreso. Resultó enormemente interesante acudir a él para intentar encontrar como cada uno responde al tema del Congreso independientemente de la elaboración de la doctrina.

Dos colegas, justamente de la Comunidad de Catalunya, eran los que se habían encargado de escribir sobre el Síntoma y sobre lo Real: Anna Aromí y Hebe Tizio. El tercero es un amigo de la Escuela, Gil Caroz, que escribe sobre la hipermodernidad. Son textos sumamente esclarecedores.

Se trata, en la hipermodernidad, dice Gil Caroz, no ya de la desilusión relativa al progreso y al humanismo de la ilustración que apareció después de la segunda guerra mundial y que dio lugar a la posmodernidad, sino de la aparición del exceso, de la exacerbación, de la desmesura, que nos habla no sólo del ascenso al cenit del objeto a por efecto del discurso capitalista, sino de "una contracción del tiempo y del espacio por efecto de la tecnociencia". Es decir, el hombre no estaría ya sometido a las exigencias simbólicas del tiempo. Ahí donde el discurso del amo decía "o andas o mueres", la hipermodernidad dice "o corres o mueres" con los efectos de exclusión que eso supone.

En su texto sobre lo Real, Hebe Tizio pone el acento en la destrucción de los semblantes. "Si el orden simbólico ya no es lo que era es porque los semblantes que parecían hacerlo sólido han desaparecido". Por otro lado, dice, si la categoría de real es necesaria, es porque ubica el limite del semblante. Hoy se rechaza la relación semblante/real y se busca reducir lo real de manera directa. "No es lo mismo proponerse tratar lo real a través del síntoma que proponerse borrarlo como hace ahora la ciencia con el síntoma".

Anna Aromí, por su lado, en un texto donde expone muy bien el tratamiento del síntoma por el psicoanálisis, nos recuerda que el síntoma no puede abordarse directamente porque produce fijación y rechazo. "El goce del síntoma sólo puede abordarse por un rodeo, pasando por su envoltorio formal. Pero hoy el síntoma ha perdido la aureola de prestigio trágico que un día tuvo … hoy el sufrimiento está banalizado, hay una especie de anestesia … Lo cierto es que la cultura, la tragedia distraen del consumo." A pesar de todo ello, el síntoma, dice Anna Aromí, resiste. Hay lo insumergible del síntoma que el sujeto histérico sigue sabiendo muy bien mostrar al amo. Pero también podríamos preguntarnos hasta qué punto el discurso histérico se sostiene y lo que aparece más bien es que estamos "más solos frente a la pulsión", como dirá María José Freiría en su intervención. En cualquier caso, en efecto, no es lo mismo elevar el síntoma a la dignidad de la tragedia, hacerlo resonar con el padecimiento de los grandes héroes, que someterlo a la banalidad de la estadística, y hacerlo coincidir con la miseria de la media de la población. Una tercera posibilidad es hacer del síntoma un objeto muy preciado, lo más real y lo más valioso que el ser hablante tiene y esta parece ser la vía que propone Lacan al final de su enseñanza, como bien señala también Anna Aromí.

Las intervenciones presentadas en el Seminario nos invitan a detenernos de nuevo en el texto de Miller, "Una fantasía", pues da la impresión que cuando hablamos del sujeto hipermoderno estamos hablando de los otros, de los pacientes, y de esos pacientes, en efecto, complicados, friquis, que no vienen a pedir un análisis, que vienen, desabonados del inconsciente, con sus síntomas, de los cuales no tienen nada que decir, con sus adicciones, con su soledad, o a veces inmersos en la hiperactividad, desbrujulados. Y da la impresión de que hablando de ellos eso nos dispensaría de situarnos nosotros también como sujetos hipermodernos o sujetos a la hipermodernidad. La tesis principal de Miller parece ir un poco más allá. Y es que el discurso hipermoderno de la contemporaneidad es un discurso en el que estamos en efecto todos inmersos. Si acaso el psicoanálisis, el psicoanálisis puro, dice además Miller, viene a ordenarlo. Miller sitúa los elementos que están en juego: el auge del goce, del cual el sujeto desbrujulado es respuesta –aquí la definición del sujeto como respuesta de lo real puede resultar muy útil– que produce o que da lugar al imperio de la evaluación y que desbanca a su vez los significantes-amo de cada uno; y, por último, que instituye un saber que no es más que semblante. Miller añade que a esos elementos que están separados en la hipermodernidad el psicoanálisis puro los ordena y los organiza en un discurso de tal manera que se puede hacer equivaler el discurso de la hipermodernidad con el discurso analítico, de ahí que podamos hablar del éxito del psicoanálisis.

Quizás no haya que perder esto de vista para no caer en lo que María José Freiría llama "las tentaciones de los sin brújula", es decir, cerrar los interrogantes. A propósito de "la cuarta práctica lacaniana", de la que también hace mención María José Freiría, podríamos decir que lo que hace el psicoanálisis con ese ordenamiento es intentar obtener una brújula, una brújula que "está hecha de si mismo y se construye bajo los signos de lo que no va". Esto resuena con lo planteado por Miller a propósito del "Ultrapase": "ser capaz de demostrar los puntos de imposible de uno mismo".

En cualquier caso, en la hipermodernidad está el exceso y está la deslocalización del espacio-tiempo como efecto de la tecnociencia (como señalaba Gil Caroz) que nos afecta continuamente a todos. La cuestión es qué hacemos con ello y qué hacemos como analistas también. Por otro lado, hasta qué punto el sujeto hipermoderno no nos impone ponernos a la hora y tener que responder, sobre todo al inicio de una cura, a la velocidad que ellos van. El caso que presenta de María José Freiría es ejemplar en este sentido. El niño le da tres días, no más, para que el analista responda. Este chico, al cual le llaman Peta, se ve que va "petado", y si no se produce algo rápido en esas primeras entrevistas, pasará de ella como de todos los otros.

Lo que sí podemos constatar es que, como recuerda Miquel Bassols al inicio de su exposición, y en esto estaría de acuerdo con Gil Caroz, "las diferencias del tiempo pasado, presente y futuro son fruto de lo simbólico" y, es por ahí también que el sujeto actual, los niños también y sobre todo, muestran su desconexión con lo simbólico. La afirmación del título del Congreso "Ya no es lo que era", parece haber "molestado" a muchos, pero se puede constatar que esa pequeña molestia ha puesto a trabajar al conjunto de las Escuelas de la AMP. Podemos acordar con Miquel Bassols cuando plantea que el orden simbólico ya no es lo que era en el siglo XX y el del siglo XX ya no es lo que era en el XIX etc, pero, sobre todo, cuando plantea que la primacía de lo simbólico "se refiere a una perspectiva y a una experiencia que sólo puede tomar cuerpo a partir de la enseñanza de Lacan". Que lo simbólico, como lo real y lo imaginario están referidos a un "acto de nominación" que tiene un efecto irreversible. En el mismo sentido, Miller dice: "quizás solo podemos pensar que estamos desbrujulados desde el momento en que se inventaron las brújulas". En cualquier caso, podemos seguir los hitos que hicieron sucumbir al orden simbólico en la enseñanza de Lacan. Miller nos ha mostrado el camino: la metaforización del Edipo, la multiplicación de los nombres del padre, la invención del objeto a, la categoría de semblante, la teoría de los discursos, la cuestión de la sexuación – y aquí hay que señalar esa brújula que orientó a Lacan desde el inicio y que fue su propia pregunta por la cuestión de la sexualidad femenina y que también intervino en la declinación de lo simbólico, que le llevaría finalmente a la teoría de los nudos y a la clínica del sinthome. En resumen, podemos decir que fue la orientación hacia lo real lo que le hace declinar a Lacan el orden simbólico. Pero, como señala Miquel Bassols más adelante, se trata de un real que, a diferencia del real de la ciencia, a su vez es producto de una invención. Se trata de un real, el del psicoanálisis, que sólo se deja atrapar en lo simbólico del lenguaje. Este es el invento: se trata de un real vehiculizado por el síntoma que la ciencia encuentra en el número y el arte aborda en la letra. Miquel Bassols explicó muy bien, utilizando el chiste de Zizek, lo que quiere decir que el lenguaje introduce un agujero en lo real. Por el hecho de que la relación sexual no se puede escribir, lo simbólico se presenta agujereado y él mismo introduce un agujero en lo real donde no falta nada. Esa falta se muestra bien en la manifestación del inconsciente el cual "falta cada vez que hablamos". De ese agujero en lo real es de donde procede a su vez el síntoma. "El lenguaje carcome lo real para hacer de él un síntoma".

A Isabelle Durand le debemos agradecer el recorrido que hace trayéndonos muchas de las referencias sobre "la responsabilidad" en Lacan. Isabelle Durand vuelve sobre la cuestión de la responsabilidad como condición de posibilidad para producir el síntoma analítico, pero también como algo que está fundamentalmente presente al final del análisis. Podríamos decir que el sujeto de la hipermodernidad es alguien que no responde, que está ahí a solas con su goce: ¡un masturbador empedernido! También estamos frente a un Otro que no responde; hay algo acéfalo en todo esto, y es muy interesante lo que plantea cuando dice, retomando a Miller, que al final del análisis, frente a la constatación de que el Otro no existe, "para tomar la posición del analista hay que imponerse un Otro y no cualquier tipo de Otro". Por otro lado, nos recuerda este principio que está en Freud y que retoma Lacan: "Lo que haces es lo que eres". "La respuesta del inconsciente implica el sin perdón, el sin circunstancias atenuantes … uno es siempre responsable de sus sueños". No se trata de "ser responsable" sino de "hacerse responsable" una vez indagado en el análisis el modo de gozar de cada uno. Entonces, ¿cómo hacer? Lo que resulta siempre sorprendente es cómo una intervención sobre una coma pueda producir una rectificación subjetiva que modifica el curso del tratamiento, como ocurre en el caso presentado por Isabelle Durand.

Y ahí volvemos al texto de Miquel Bassols, cuando dice que el instrumento para abordar lo real del síntoma, lo real del psicoanálisis, no es el uso de la cifra ni tampoco el de un saber hacer con la letra, aunque participa de los dos modos, sino el de abordar ese real a través de los equívocos de lalengua. Pero Isabelle Durand añade algo más, que se puede deducir de la enseñanza de Lacan, que Miller ha puntuado y que los testimonios del pase confirman: "Hay que poner el cuerpo para llevar la interpretación a la potencia del síntoma". Esta es una perspectiva de la dirección de la cura que quizás aporta el analista lacaniano hipermoderno y que está aún por investigar. También quizás haya que plantear, con respecto a la instalación de la transferencia, volviendo al texto de Miller, que para el sujeto hipermoderno, "un signo de amor" valdría más o sería previo a la instalación del sujeto supuesto saber, ya que las figuras del saber están ahora absolutamente cuestionadas.

La Comunidad de Galicia contó con la participación de Julio González y Fernando Martín Adúriz como miembros del Consejo, quienes, además de conversar con nosotros, aportaron sus propios textos. A continuación se expone una pequeña muestra de los trabajos presentados, que dieron lugar a una fructífera conversación.

Tras un recorrido por la obra de Freud en relación al superyó, Julio González nos recordó la propuesta que Miller hace de la lectura freudiana. La propiedad que según Miller caracteriza al superyó freudiano es el hecho de articular una instancia de goce en el lugar del Ideal. Da al matema esta articulación: I/a. Nuestra época disuelve esta articulación al elevar al cenit el objeto a en desmedro del I, con lo que la pulsión de muerte se desanuda dando lugar a un goce extraviado. El superyó deviene un imperativo feroz, una ley de hierro que empuja al aún más de goce. Con el ejemplo de los saqueos y ataques a la policía ocurridos en Londres en agosto de 2011 y las fotos que los saqueadores se hacían con sus trofeos (objetos), nos muestra su idea de la dificultad actual del sujeto de crearse una imagen. La articulación del Ideal del yo y el objeto eran lo que hacían posible crearse una imagen del cuerpo como unidad. La supremacía del yo ideal hace que el cuerpo se perciba como fragmentado. La propuesta del psicoanálisis para el siglo XXI sería entonces el síntoma como acontecimiento del cuerpo, que permite traducir el silencio de la pulsión de muerte.

Fernando Martín Adúriz nos trajo una pequeña columna periodística sobre "El elogio de la espera" que vale la pena leer. De siempre, esperar era lo suyo. Hoy nadie espera y hacer esperar es una de las faltas más señaladas; la espera es lo improductivo, mientras lo inmediato sería lo productivo. Esto tiene consecuencias en los síntomas modernos. Concluye diciendo que los psicoanalistas debemos esforzarnos en demostrar los beneficios del saber esperar.

Mª Antonia de Miguel en "El Otro del analista" se preguntaba: ¿Qué lugar para el control? Y argumentó, a través de diferentes textos, el modo en que el psicoanalista sigue teniendo inconsciente al final de su análisis y sigue aprendiendo de él. Ser analista no sólo supone analizar a los demás sino que continúa siendo analizante. Ser analista supone un acto continuo de oposición al "yo no-quiero-saber-nada-de-eso", y cuando lleva su trabajo a control, sustenta una enseñanza o testimonia de su pase, está en combate con su "yo-no-quiero-saber-nada- de-eso".

Begoña Conde, en "El bien-estar en la cultura contemporánea", señala que el bien-estar es el significante amo hipermoderno, que se interpone en el camino del hablante-ser, intentando eliminar el goce de su humanidad y persiguiendo satisfacer las necesidades de todos, para ello las técnicas empleadas son el saber científico-técnico, el control, la estandarización. Con su trabajo, Begoña muestra como el síntoma viene a poner límite al triunfo científico.

María Eugenia Insúa, en "Seguir apostando al inconsciente" nos presentó dos viñetas de dos casos de niños donde el deseo del analista pudo transformar la demanda de evaluación de los padres, en una apertura al inconsciente de los pacientes y una rectificación subjetiva.

Begoña Yáñez, en "Niña-mujer y viceversa", planteaba, a través de dos viñetas clínicas, la dificultad actual que tienen hoy las niñas para posicionarse como mujeres, y las mujeres de cierta edad en asumirla sin querer volver a la adolescencia o a la eterna juventud.

En su apertura a la sesión de la Comunidad de Madrid, Joaquín Caretti señaló que el Seminario surgía a propuesta del Consejo en relación al tema del Congreso de la AMP. Dos miembros del Consejo de la Escuela, Hebe Tizio y Francesc Vilá nos acompañaron. Joaquín Caretti señaló que ya no es más el significante Uno el que organiza la vida subjetiva, se trata más bien de que hay múltiples objetos que comandan la subjetividad en busca de un goce que obviamente nunca se alcanza. Pero esta propuesta produce una desorientación, que se rebela en las diferentes y particulares errancias en la subjetividad.

Rosa López, presentó la mesa comentando, a propósito de esas noticias que constituyen un atentado al inconsciente, un reportaje de El País, realizado a Kevin Warwick, profesor de Cibernética, al que se conoce como Doctor Cyborg. En sus trabajos pretende alcanzar una fusión perfecta entre biología y tecnología investigando los cerebros como puertos de USB. Asegura que, mediante un dispositivo, las señales neuronales de un cerebro pueden viajar a través de la red de manera instantánea, como si fuera un e-mail. Citó una frase que nos anuncia la pretensión de que los humanos lleguemos a entendernos sin que el lenguaje sea necesario: "La comunicación entre los cerebros humanos sin necesidad del habla es inminente". Para su gusto el modo en que nos comunicamos es "patético".

Pía López Herrero, en su presentación, citaba un artículo de Philippe La Sagna, "¿Qué humanidad para este siglo?", en el que se plantea "las consecuencias de la técnica sobre la especie humana, sobre la cyber-humanidad". "Si el hombre del siglo XX le temía sobre todo a la cosificación, el del siglo XXI solo aspirará a ser una cosa fabricada, más confiable, reparable con piezas de repuestos. Se pasará del self-made-man al machine-made-man".

Si actualmente la brújula para los sujetos es el plus-de-gozar, Pía se preguntó: ¿cuál es la salida para estos sujetos contemporáneos para los que, a partir de que el objeto a está situado en el lugar dominante, la inexistencia de la relación sexual se ha vuelto evidente? Lo que queda es la otrificación del cuerpo por la técnica o por el fantasma. Este empuje al goce uno que aparece en las demandas contemporáneas puede empezar a resquebrajarse con la orientación del deseo del analista. El acento no caerá tanto sobre el efecto de desidentificación, sino sobre la producción de significantes sintomáticos que tienen como horizonte la identificación al síntoma. La decadencia del orden simbólico, se observa en el recelo con que ciertos sujetos se acercan a la experiencia analítica.

Ana Lía Gana apuntaba en su intervención a que el orden simbólico está tejido con lo RSI, pero algo ha cambiado: ya la civilización no se rige por el Ideal que encierra al objeto, sino que el objeto está en el cenit. Esto es decir que el goce es lo que impera, y que son los objetos tecnológicos en la civilización los polos condensadores de goce de la subjetividad. El imperio de las imágenes en la cultura contemporánea es evidente, desde los videojuegos, a las imágenes de internet, en las cuales el sujeto está enganchado. De la pantalla, del ver, pasa al chat (ver – ser visto), se hace mirar. Son las nuevas adicciones. Gana comenta que una sociedad de la videovigilancia, como nos dice Gérard Wajcman en El ojo absoluto, en la que las cámaras no sólo están allí para vernos, sino también para hacernos saber que somos vistos, engendran la suposición de que somos mirados. Ellas hacen existir una mirada global, una mirada que excede sobre lo que las cámaras reales pueden ver de nosotros. Y la tesis fuerte que se desprende de esto es que el ojo universal genera la existencia de un Otro supuesto ver. La suposición de que nosotros somos mirados acrecienta el poder tecnológico de la visión de las cámaras y engorda al superyó. Una de las consecuencias de esta promoción del imperativo de gozar es que deja al sujeto en la descreencia de la autoridad y por lo tanto deja al sujeto abierto a sus imperativos de goce. Ana Lía Gana se pregunta: ¿qué tratamiento da el psicoanálisis a la pasión del superyó? Contra el pathos de la ley del superyó que empuja al sujeto a gozar de ese agujero imposible de colmar, orienta al sujeto en la ley de su deseo, tal como indica ese famoso párrafo final del texto "Subversión del sujeto": "La castración quiere decir que es preciso que el goce sea rechazado, para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo.

Francesc Vilá señaló que ambos textos son muy precisos y parten de las ilusiones de la época, tanto del poder ser un machine-made-man, o la ilusión de que el funcionamiento de lo escópico tenga un circuito posible para un goce esperado. Entonces: ¿qué es lo que podemos proponernos nosotros en nuestro trabajo analítico desde la orientación lacaniana? Ahora lo que nos interesa explorar es cómo el sujeto contemporáneo vive la pulsión y cuáles son sus consecuencias.

Hebe Tizio apuntaba a que no tenemos que olvidar que estamos pensando las cosas desde la lógica del discurso analítico. Sin duda hay cambios en lo simbólico, y esto tiene repercusiones en la clínica. En las dos viñetas clínicas presentadas el sujeto es sorprendido por algo que le sucede: siempre hay algo que perturba. Si bien hay cambios en lo simbólico y hay formas de presentación con diferentes sintomatologías, lo que no cambia es el síntoma. Tenemos grandes posibilidades desde el discurso analítico, primero porque podemos leer los síntomas y después porque podemos ayudar a sintomatizar.

Alberto Estévez presentó la segunda mesa citando un artículo de Dominique Laurent titulado "Todos alienados a la Ciencia": "El hombre ha encontrado en la ciencia un nuevo amo que tiene este poder de liberarlo de su Real. Y en el camino muestra que lo simbólico no era más que un semblante."

Frente a esto sabemos cuál es la posición del psicoanálisis, que atestigua sobre la imposible eliminación de lo Real. Por tanto debemos preguntarnos cómo vivir con lo Real.

Celeste Stecco, en su presentación, resaltó que el orden simbólico, más allá de su época, siempre ha sido, es y será fallido. Que exista siempre una falla no cambia, sí lo que emerge de ella, emergencia que marcará lo singular de cada civilización: su modo de goce. Cada época tiene su falla y su particular relación con el goce. De la falla del orden simbólico de la época freudiana emergió un Otro del orden, uno para todos, del cual se padecieron sus consecuencias, la inhibición y prohibición del goce y como efecto: un modo de gozar por la del ¡NO! De la falla del orden simbólico actual emerge otra relación con el goce: ahora es el imperativo del ¡SÍ! Se aspira a sujetos que gocen sin límite, negando la castración y lo imposible, buscando en su lugar, desesperadamente, sustitutos que el mercado se encarga de ofrecer.

Es así que el objeto se impone al sujeto con un slogan: "Esto colmará tu falta de goce; esto nombrará eso que no puedes nombrar" Y éste, cautivado, sale a su caza ansiógena y, en breve, el slogan revelará su impotencia arrojando al sujeto a un fracaso renovado, repetido, a la errancia.

Marisa Álvarez inició su presentación citando una entrevista a Eric Laurent, en Papers nº8: "Volviendo a la cuestión de la juventud a actual, el problema es que no se sabe más de qué modo es posible conversar con esa generación. Por un lado ellos, los jóvenes, se agitan y, por otro, se deprimen… Hoy, encontramos jóvenes capaces de pasar meses sin salir de casa. Ese fenómeno de masa, que no por acaso tiene un nombre japonés hikikomori, marca el peso de las exigencias sobre la juventud asiática." El hikikomori, en nuestro país aún no tiene un nombre, y habitualmente se habla más de aislamiento o fobia social. Es un fenómeno que se viene observando en la clínica de manera creciente.

Francesc Vilá comentó a propósito de los casos presentados, que ambos casos clínicos podían ponerse bajo la égida de las fallas de los signos de amor, con sus marcas particulares entre el cuerpo y la carne. Es interesante cómo ir haciendo para singularizar, sus historias, historias de época, este buen uso de la demanda de amor.

Hebe Tizio planteó que en la actualidad eso que antes podía estar del lado de las fantasías se ha vuelto real, por medio de las prótesis estéticas. Por otro lado, hay lo que podría estar del lado de los semblantes, sus modas y su funcionamiento particular. Lo que es interesante es la influencia de la cultura japonesa, donde el tratamiento del semblante es completamente diferente, se ve en el teatro japonés, hay un semblante que se repite como copia exacta y es estereotipado, así como las ceremonias del té. Lo interesante es que se trata de una oferta de época y se trata de ver como cada uno toma esa oferta y se sirve de ese instrumento y lo sintomatiza.

En la Comunidad del País Vasco, que celebró su sesión en la sede de Bilbao, abrió la sesión María Hortensia Cárdenas, AME, miembro de la NEL y del Consejo de la AMP, quién planteó que la política actual de la AMP pasa por consolidar la formación analítica, para lo cual hay que tener clara la diferencia entre el trabajo en la clínica y el discurso analítico. Se trata de fortalecer la transferencia sin dejarnos llevar por otros discursos, manteniendo la especificidad del discurso analítico y diferenciándolo del discurso de la ciencia.

A partir de estas cuestiones, Mª Hortensia Cárdenas planteó una pregunta clave para la supervivencia del psicoanálisis en este siglo: ¿cómo sostener la potencia interpretativa y subversiva del psicoanálisis? Y siguiendo a Jacques-Alain Miller nos dio la respuesta por el lado de lo social: hay que participar en el debate social como psicoanalistas. El psicoanálisis del siglo XXI es el de la cuestión social, es el psicoanálisis como fuerza material de la política. Ya que no hay sujeto sin política, el inconsciente es político y el sujeto hace lazo inconsciente. El psicoanálisis tiene algo que hacer en el lugar donde el imperativo "goza" anula al sujeto. Para ello hay que tomar en cuenta la contingencia como acontecimiento dirigido a lo real y orientarnos por la experiencia y no por los ideales. Hay que hacer de la contingencia una fuerza política y puso como ejemplo de ello el affaire de Rafah Nached. Para concluir propuso la tarea de la Escuela en esta política: la Escuela es el lugar donde la pregunta por el analista puede ser puesta a prueba. La Escuela tiene que poner en tensión la política social y la política del pase.

Antoni Vicens, miembro del Consejo de la ELP, planteó el seminario como un acto de Escuela, y destacó su dimensión política al ser un seminario realizado simultáneamente en las diferentes comunidades de la Escuela, con los miembros del Consejo desplazados a diferentes lugares, y con los asistentes que han querido acudir y participar en el mismo, siendo por tanto una reunión de comunidad, sin agrupamiento. Desde el punto de vista político señaló dos vectores. El primero va desde nosotros hacia el discurso del amo. En este sentido, durante el siglo XX el discurso del amo ha respondido a la Cosa Freudiana. El segundo señala el riesgo actual de ser invadidos por un discurso corriente, por el runrún de lo ya sabido, dejando de lado la pulsión de muerte. Ante esto hay que buscar desde el psicoanálisis la manera de producir una demanda más allá del grito. Esta intervención dio paso a los trabajos de los dos miembros de la ELP en la Comunidad del País Vasco.

Luis Alba presentó un trabajo titulado "Signifique quien pueda", en torno a los sucesos de este verano en Inglaterra, a los que calificó como acting-out. Apoyándose en el libro de Gérard Wajcman, El ojo absoluto, hizo una lectura de esos sucesos en tres apartados: (1) "El campo, el mundo", donde destacó la importancia en el mundo actual de la información para la toma de decisiones, sobre todo preventivas. (2) "La escena y la mancha", señalando como en los sucesos acaecidos se podían aislar tres rasgos: la violencia, la participación de los excluidos del consumo y la participación de los que consumen con exceso, sin que hubiese ninguna referencia a la videovigilancia. Y (3) "El sujeto", situando de un lado la pérdida de miedo a las cámaras y de otro la culpa, que llevó a muchos participantes a entregarse a la policía, concluyendo con la idea de que la culpa conecta las identificaciones imaginarias.

Elena Usobiaga presentó su trabajo bajo el título "Una atención clínica ¿de calidad?", señalando su paso desde el inicial "no sé nada de esto" que nos convoca aquí, a su darse cuenta de lo que este nuevo orden simbólico implica en su práctica clínica diaria. Para ello nos habló de la situación de la atención clínica en la sanidad pública hoy, donde predomina la evaluación y una serie de ítems de obligado cumplimiento, como el tiempo de demora para una primera consulta; la inclusión del diagnóstico no más tarde de la tercera consulta y codificado con el CIE-10; el hecho de que dicho diagnóstico esté en la ficha electrónica del paciente, con la posibilidad de acceso al mismo de cualquier profesional. Y, al parecer, y es algo que se está comprobando actualmente, sin posibilidad de borrarlo; la obligación de incluir las notas tomadas en la consulta en la ficha electrónica, con la consiguiente pérdida de confidencialidad; la uniformización de los protocolos de intervención clínica; los tratamientos bajo consentimiento informado, lo que conlleva el paso de paciente a cliente y dejar toda la responsabilidad de los efectos de la intervención del lado del cliente, eximiendo de responsabilidad al profesional, que se limita a informar; concluyendo con que todo ello lleva al adiós a la confidencialidad y la tendencia a la uniformidad. Y, entonces ¿como mantener un lugar para el analista en la institución? Pregunta abierta a cada cual.

A continuación se abrió el debate, amplio y muy participativo, del que doy algunas de las ideas que se plantearon.

Iván Ruiz, miembro del Consejo de la ELP, al hilo de los dos trabajos presentados, lanzó la pregunta ¿qué lugar para la cura? ¿cómo nominar actualmente al analista? Y siguiendo a Jacques-Alain Miller planteó la solución del analista sinthome, el analista como agujero y no como centro de la cura. Esto conlleva ayudar menos a descifrar el inconsciente y más a implicar el inconsciente y la pulsión, es decir, el analista como utensilio en cualquier ficción. Actualmente muchos sujetos llegan al análisis sin saber de qué sufren (antes sufrían de su síntoma), y la operación del analista es reintroducir esos significantes aislados, con los que viene el sujeto, en la cadena. Crear en un primer momento algo del sentido para poder luego volver al sin sentido.

Antoni Vicens planteó los diagnósticos como respuestas de lo real a la clasificación, y así ante las estructuras clínicas clásicas (neurosis, psicosis y perversión) proliferan los nuevos diagnósticos, como anorexia, toxicomanía, autismo, etc. La respuesta desde el psicoanálisis es el analista sinthome, el analista no diagnosticable, el analista no incluido en lo normal.

María Hortensia Cárdenas señaló la particularidad de Latinoamérica en torno a dos cuestiones: el narcotráfico y la violencia, que están insertadas en la sociedad y se preguntó ¿cómo entrar ahí, como producir un efecto sobre esto? Respondiéndose que por la vía de otro discurso que tenga argumentos analíticos. En la época actual sin garantía, la Escuela tiene la garantía del pase fundamentada en los unos.

Sobre la cuestión del acting-out en los sucesos de Londres a lo que se le dieron varias vueltas, Antoni Vicens señaló que si lo tomamos tal cual, como transferencia fuera del analista, habrá que preguntar dónde está el analista, quién hace de sujeto supuesto saber y citó los textos de Lacan "La ética del psicoanálisis" y "Kant con Sade" donde trabaja el hombre del placer de los siglos XVII y XVIII, para señalar que en la actualidad hay una vuelta a este hombre del placer por el lado de la ciencia, con el hombre neuronal, y que la respuesta por el lado del psicoanálisis, según indica Jacques-Alain Miller, es el analista, no solo sujeto supuesto saber, sino también como otros sujeto supuesto (deseo, gozar,…).

La sesión de la Comunidad Valenciana fue coordinada por Ricardo Rubio; participaron, como miembros del Consejo, Jesús Ambel y Jorge Alemán. Un día que la meteorología había vaticinado de frío siberiano, Valencia era recorrida por un viento gélido y descortés que no limitó la presencia a los sujetos que llenaron la sala de actos de la ELP. (No puedo evitar proclamar mi entusiasmo al escribir esto). La directora de la Comunidad, Carmen Carceller, con la disponibilidad y amabilidad que la caracterizan, realizó la presentación leyendo el poema de Leonard Cohen "El Futuro", para introducir "el artista desbroza el camino" y diversas citas de Jacques-Alain Miller como "el significante amo es el heredero del Nombre del Padre, pero dormido, desecado completamente, como una pura función lógica sin nada más de lo mítico". Y "Para el psicoanálisis se trata de leer qué acontecimientos están ocurriendo". Y allí estábamos escuchando atentamente las intervenciones de Patricia Tassara, Gabriela Alfonso y Francesc Roca. Tres textos magníficos que, desde diversas vertientes, señalaban al nuevo orden simbólico desde "Hegel con Miller", desde "El estrago y su precariedad simbólica" en la clínica de hoy y "La interpretación" y sus consecuencias en la cura.

Francesc Roca citaba a uno de nuestros poetas del Romanticismo, Gustavo Adolfo Bécquer: "Fingiendo realidades / con sombra vana / delante del Deseo…". Su texto venía argumentado por la fantasía que Jacques-Alain Miller planteaba en Comandatuba, texto de referencia para el VIII Congreso en Buenos Aires. Partía de la idea con la que Miller comenzaba su exposición: "Los sujetos contemporáneos, postmodernos o incluso hipermodernos son desinhibidos, neodesinhibidos, desamparados, sin brújula, desorientados". Francesc se planteaba cómo rastrear los orígenes de esta desinhibición, hasta llegar a una posible "moral instrumental" y qué ética podría desprenderse de ésta. Gabriela elaboraba un planteamiento sobre la precariedad simbólica del estrago en la clínica femenina hoy y las diferencias entre el estrago freudiano y el lacaniano. Su texto entraba de lleno en las variadas formas en las que el estrago puede acercarse a la clínica, como trastornos alimentarios, depresiones, así como el estrago en la relación transferencial que ya apuntaba Marie Hèléne Brousse.

Gabriela Alfonso afirmaba en su texto: "El hecho de no poder nombrar el goce femenino ya constituye estrago".

Patricia Tassara, desde la conferencia de Jacques-Alain Miller "La Interpretación al revés" partía de que la edad de oro en la que Freud conmocionaba al discurso universal con la interpretación, ya se ha cerrado. Interesante planteamiento si se extrapola a la interpretación del mundo por el sujeto hipermoderno. Patricia Tassara citaba a Miller cuando dice: "la interpretación ya no será más lo que era". ¿Cómo pensar la interpretación hoy cuándo se demanda una solución tapón? La interpretación es un arte, un arte del acto. Y aportaba una hermosa cita de François Cheng y su libro "Vacío y Plenitud", que me permito aconsejar, dedicado al lenguaje de la pintura china: "Para que los alientos animen la pincelada, no basta con que el vacío la habite, también tiene que gobernar la muñeca del pintor".

La Sede de la ELP se iba caldeando y resultaba acogedora, rodeada de ventanas, como el estudio de un artista. Carmen Carceller presentaba a "dos guerreros del psicoanálisis", dos "guerreros aplicados", como aparecen en la novela de Jean Paulhan, que Lacan cita a propósito del analista en la Escuela: Jesús Ambel y Jorge Alemán, encargados de coordinar el Seminario. Jesús Ambel señalaba rápidamente los síntomas de la Escuela, donde, recordando a Miller y su fantasía en "Comandatuba" éste exclamaba "¡Cuán perdidos están los sujetos!", aclarando a los presentes que Miller se refería a los psicoanalistas, entre los cuales también existe el cinismo y el escepticismo, señalando así el deseo del analista. También agradecía el significante "guerreros" a la directora de la Sede, porque prefería cierto alejamiento del "alma bella". Ahora que lo pienso detenidamente, no veo a Carmen Carceller llamándoles a ambos "almas bellas", aunque el romanticismo de Goethe y Lord Byron también tenía ciertos rasgos que estos dos caballeros parecen poseer. Su compromiso evidente procede del siglo XVIII, época en la cual se produjo un importante cambio social. Jesús Ambel, al referirse a la cura, indicó a los analistas que prestaran atención a las "servidumbres voluntarias", cuando el paciente llega con el peso de la demanda bajo el significante "control".

Jorge Alemán señalaba como "obstáculo" la ya consigna "el Otro que no existe" para que el analista no olvide que este sintagma no remite a una época, sino que remite a la cura y a la clínica psicoanalítica, a Otro como soporte fantasmático. El Otro que no existe nos habla, según él, de la declinación del Nombre del Padre y en segundo lugar del desmantelamiento del discurso del Amo que necesita herencias simbólicas. El planteamiento sería pensar que sí hay Otro y que el propio Lacan lo ensaya como régimen de funcionamiento distinto del discurso del Amo.

Una vez más, las subjetividades y la enseñanza se unían en la sala de actos de la Sede de la ELP con el "savoir faire" del psicoanálisis: la palabra, el Witz, la jovialidad, la escucha atenta, el café, las pastas, "l’amour" y también el delirio.

Para finalizar, Jesús Ambel presentó para el próximo 2 de junio el Foro que se realizará en Sevilla sobre "La Infancia bajo control". Un trabajo en red, en cada sede, en cada una de las bibliotecas, retomando algunos significantes que parecían ya olvidados como "agitación" y "propaganda". El Seminario de la Escuela nos hizo ver que el psicoanálisis sigue vivo haciendo, en fin, "un esfuerzo de poesía" con mucho Arte, sin olvidar los nuevos tiempos.