VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis AMP
EL ORDEN SIMBOLICO EN EL SIGLO XXI
NO ES MAS LO QUE ERA ¿QUE CONSECUENCIAS PARA LA CURA?
Asociación Mundial de Psicoanálisis

23 al 27 de abril de 2012
Hotel Hilton

Macacha Güemes 351, Puerto Madero
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
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ACTIVIDADES PREPARATORIAS

El Seminario de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis
El orden simbólico en el siglo XXI ya no es más lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?
ELP - Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano

El próximo Congreso de la AMP, que se celebrará en Buenos Aires del 23 al 27 de abril de 2012, comporta un trabajo de preparación por parte de las Escuelas que componen la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Aparte de las actividades de enseñanza de las Comunidades y Sedes, el Consejo de la ELP decidió organizar un Seminario de la Escuela, que tuvo lugar el 7 de mayo pasado, simultáneamente en todas las Comunidades, con la presencia de miembros del Consejo. Ese día, la ELP tuvo una existencia especial, repartida geográficamente, pero componiendo la Escuela Una en su aceptación del tema del Congreso. La coordinación del Seminario estuvo a cargo de Antoni Vicens (miembro del Comité de Acción de la AMP para este Congreso) y Óscar Ventura.

En la Comunidad Administrativa Diversa de Castilla y León, y con la presencia de Julio González, tres socios de la Sede expusieron sus comunicaciones. En su conjunto, los textos plantearon las particularidades del sujeto de hoy frente al de la época freudiana, discutieron si estas diferencias son tan notorias como se propone en ocasiones y, sobre todo, se interrogaron acerca de las consecuencias que la difuminación de lo simbólico tiene en la clínica actual. Teresa Cobos enfatizó en su disertación que la época freudiana se caracterizaba por la prohibición, la interdicción del ejercicio del goce, mientras que en la actual predomina el imperativo, la obligación y el derecho a gozar. De un sujeto temeroso de la prohibición y de la ley, se ha pasado a un sujeto que, por encima de todo quiere disfrutar sin que importe el precio a pagar. Echando mano de autores como Lipovetsky, Baumann, Bacci o Galiussi y, sobre todo, del Curso de Jacques-Alain Miller y Éric Laurent El Otro que no existe y sus comités de ética, Cobos fue delineando ciertas características del sujeto hipermoderno, sobre todo en la vertiente de las relaciones, que son rápidas, fugaces e instantáneas, que se establecen y se suprimen con celeridad, como un objeto de consumo más. Otra de esas vertientes es el culto al cuerpo como una forma contemporánea de la pulsión de muerte. Siguiendo esta línea, José Manuel de Manuel dibujó los contornos del sujeto contemporáneo, destacando la instantaneidad, la inmediatez y la inestabilidad. Buena parte de su disertación la ocupó en comentar la frase de Miller: "Cuando los ideales importan un comino, nadie se ocupa de construir al Otro y los valores ideales del Otro nacional palidecen, se disgregan ante la globalización que prescinde del ideal y de la que nadie está a cargo". Concluyó con un interrogante clínico: "El mercado ha tomado demasiada delantera en los modos de vivir, de gozar, de relacionarse. No sé exactamente cuáles son las consecuencias de este vacío de ideales para la clínica, ni qué supone la falta de vacío de la autoridad; sin embargo, mientras se siga acudiendo en busca de ayuda es porque todavía se piensa que hay un síntoma molesto y porque hay un lugar donde existe un sujeto supuesto saber." Por su parte, Juan de la Peña se preguntó si los cambios desde la época de Freud a la actual son tan contrastados como se dice. Tras examinar la noción de "orden simbólico", propuso: "Quizá no se trate de encontrar la repuesta en los términos de una ruptura entre lo viejo y lo nuevo; o si existe o ha dejado de existir el orden, el discurso, el lazo social. Quizá la respuesta la hallemos en los resultados de una variación, de una multiplicación, de una diversificación del orden simbólico y sus efectos de discurso". La hipótesis propuesta es que, junto a lo moderno o posmoderno, aún subsisten las estructuras tradicionales. Desde este punto de vista, y a pesar de que los cambios en el orden simbólico conlleven una variación en las cualidades subjetivas a la hora de exponer la demanda, en el fondo, que es lo que interesa a la clínica, aún subyacen las mismas dificultades de siempre con el deseo, el amor y el goce.

En Andalucía, el Seminario de la Escuela se realizó en Antequera, con la presencia de Hebe Tizio y Fernando Martín Adúriz. Manuel Montalbán comenzó recordando a nuestro querido colega Hilario Cid, quien le había animado a tomar la orientación a la Escuela, como punto de apoyo esencial en la labor de cualquier Dirección. Hebe Tizio indicó que ya en 1938 Lacan hablaba del debilitamiento de la estructura y del vínculo familiar. Un psicoanalista puede organizarse con lo imposible, y puso algunos ejemplos. Fernando Martín Adúriz, por su parte, señaló un elemento común a las tres ponencias: el tiempo. La falta de tiempo es un síntoma de nuestro tiempo: nadie quiere esperar, nadie quiere tratamientos largos. La presencia del psicoanalista es algo de lo que no se puede prescindir, por más que las tecnologías nos procuren vehículos de comunicación donde no hay que poner el cuerpo. Carmen Campos, a través de un caso clínico, mostró cómo el psicoanalista ha podido realizar la maniobra de que los padres de un niño sepan esperar, que dejen tiempo para trabajar. María José Olmedo hizo un recorrido epistémico sobre la evolución de los DSM, y señaló que hasta el DSM II aún se podía ver la influencia de los postfreudianos, cuando diferencia entre psicosis y neurosis. Pero a partir del DSM III esto ya no existe. Y cuando llegue el DSM V, donde las clasificaciones son cada vez más numerosas, y donde proliferan los criterios estadísticos, la clínica propiamente dicha, entendida como la relación entre un terapeuta y un paciente, puede desaparecer, substituida por los protocolos y las guías de intervención. Rodolfo Pujol habló de la necesidad de llevar a cabo una política del síntoma, que lleve del síntoma alsinthome. Como psiquiatra, puso ejemplos concretos sobre el modo de funcionamiento de la Salud Mental, donde la subjetividad está borrada a favor de la medición, la evaluación y los complementos económicos por objetivos conseguidos. También indicó cómo el síntoma es sustituido por el trastorno, y cómo éste es abordado por la psiquiatría desde la química, y desde el sentido por las TCC. En la conversación se pudo trabajar sobre la tensión entre el no deber confundirnos con el discurso del amo contemporáneo y el quedar aplastados por él. Nuestra función sería hacer la contra a lo real. El rechazo generalizado de las condiciones sintomáticas genera patologías brutales. Paloma Blanco se refirió al texto freudiano El Porvenir de una ilusión, donde se anuda el surgimiento del orden simbólico y sus transformaciones, con las servidumbres voluntarias y aquello que el paradigma evaluador silencia: el goce singular del sujeto y lo que el discurso capitalista usufructúa de ello. A partir de Freud y su descubrimiento, que deja como saldo la tumba vacía del padre, el orden simbólico no volverá a ser lo que fue. Los usos que de ello haga el discurso capitalista no son ajenos a la responsabilidad de sostener el acto oportuno al discurso del analista.

En Zaragoza, el Seminario de la Escuela contó con la presencia de Jesús Ambel. Paloma Larena presentó un caso titulado "El hombre ordenado". En ese título hizo valer la polisemia del significante "orden": mandato a obedecer, colocación de las cosas en su lugar, o clasificación según un criterio. Lacan trae este significante de "orden" vinculado a lo simbólico: "el orden simbólico", "el orden del discurso". Pero siempre es para referirse al hecho de que ese orden está fallado, agujereado, es un no-todo orden. En el caso que presentó, el hombre era "ordenado" por las voces que llegaban de otros hombres, de su mujer, en su trabajo. Un orden de frases impuestas constituía su pareja-síntoma para él desde hacía muchos años. Pero en unas pocas entrevistas pudo captarse el desorden en el que este sujeto vivía y cómo, al resultar enigmática para él la propuesta del sentido, la analista había de prestarse para permitir alojar una propuesta de orden simbólico de otro tipo. Carmen Conca, bajo el título "Algunos efectos de la desorientación en los sujetos contemporáneos", presentó un interesante caso seguido en consulta durante cinco años en una unidad de atención a las toxicomanías. En su curso El Otro que no existe y los comités de ética, Jacques-Alain Miller recuerda que la toxicomanía ha estado siempre ahí, pero se preguntaba por qué nos interesa especialmente ahora y respondía que porque traducía maravillosamente la soledad de cada uno con su partenaire plus-de-gozar. La toxicomanía es un antiamor, que prescinde del partenaire sexual. Siguiendo la línea de la definición lacaniana de la toxicomanía como lo que permite romper el matrimonio con el falo, se constata el partenaire asexuado del plus de gozar. En el caso presentado, un desencadenamiento en la pubertad sume al sujeto en una confusión de ideas paranoides que vincula a un consumo de drogas –que en ese tiempo le servían para identificarse a sus pares y mimetizarse con ellos–, hasta que, luego, el consumo de heroína viene a regular los excesos y a funcionar como un medicamento que produce una homeostasis somática y le permite poner en orden sus ideas. Pero, con serias dificultades para sujetarse a la vida, con la heroína cobran fuerza las ideas de muerte que ya aparecieran en la adolescencia. Gracia Viscasillas, bajo el título "Un trabajo del autista: hacerse okupa del lenguaje", planteó tomar lo simbólico en el caso del autismo, no en la perspectiva del orden/desorden, sino como un caos, un humus del que todos partimos, hecho de lenguaje y de goce. Señaló también en su trabajo la importancia no tanto de la vía del sentido, sino de la lógica. El "orden" simbólico es un útil del cual servirnos, justamente en su semblante de ordenamiento, para situar el agujero bordeándolo. Se pudo destacar el papel de la risa en las dos viñetas clínicas, marcando un punto de viraje vivificador en la relación y en la enunciación.

En la Sede de Barcelona de la Comunitat de Catalunya estuvieron presentes Jorge Alemán y Santiago Castellanos. Eugenio Díaz destacó que, con este Seminario, de hecho seguimos las indicaciones de Lacan en el Seminario La relación de objeto: "Los psicoanalistas deben tener en cuenta las transformaciones profundas en las relaciones entre el hombre y la mujer, que desde Freud se han producido." Oponer a ello "no hay más que decir" sería tanto como establecernos en una servidumbre voluntaria. Si el orden simbólico no es ya lo que era, eso nos indica la reinvención singular del psicoanálisis. Margarita Ávarez señaló el modo en que la inexistencia del Otro y el psicoanálisis líquido repercuten sobre la práctica del analista y exigen que cada uno aporte su respuesta singular, para inventar y reinventar el psicoanálisis en cada caso y "sin fatalismos". De otro lado, si el orden simbólico, como tratamiento goce, ha cambiado, debemos estar atentos a las nuevas formas de gozar y a las nuevas envolturas formales del síntoma. Montserrat Puig presentó un caso en el que apuntó a la cuestión del "todo computable" de nuestra época, y cómo en cada caso hay que ver lo que escapa a la evaluación. El riesgo es la nostalgia de un orden simbólico que sí era como tenía que ser, que podría escucharse paralelamente a la nostalgia del padre. Shula Eldar planteó en este sentido que la cuestión no es el pasado, sino el futuro del psicoanàlisis: ¿Cómo leer, en el presente, las líneas del futuro? El título es como una interpretación: se trata del saber que tenemos, qué es lo simbolizado y lo que está por venir. La frase "no es más lo que era", remite a un vals freudiano. Se trata ahora de imaginar el psicoanálisis para que exista, para que se reinvente a sí mismo. Hemos de tener en cuenta de que la lógica analítica tiene que ver con el tiempo y con el factor C, con la subjetividad de la época, lo que supone satisfacciones heterogéneas. El debate planteó una serie de temas que organizan un trabajo a venir. Atendiendo a los gadgets que la técnica promueve, ¿no está en riesgo el síntoma mismo con el que trabajamos? Hablamos del inconsciente freudiano, del lacaniano, y hemos de examinar hasta qué punto es el mismo aún. En nuestra clínica observamos las consecuencias de un superyó supremo, que muestera su cara de goce junto con un mandato nuevo: "No hay nada imposible." Si tratamos la existencia o no del Otro, lo que debemos tener en cuenta es de que el Otro más terrible es del autista. De otro lado, el significante de la ausencia del Otro sólo puede entenderse como una función lógica. Por lo demás, vemos proliferar muchos Otros: el de la evaluación, el que quiere eliminar lo imposible, el que quiere suprimir la causa, el que ordena gozar. Esto junto al de la culpa y el de la insatisfacción. Finalmente el Otro es el de la servidumbre voluntaria. Debemos saber hacer con eso, tanto en lo referente a las consecuencias en la cura como en la Escuela de Psicoanálisis.

En la Comunidad de Galicia estuvieron presentes Graciela Sobral y Óscar Ventura. Los trabajos presentados coincidieron en la debilidad del discurso de muchos pacientes actuales, que se presentan con un malestar, muchas veces ya etiquetado con un diagnóstico, y quieren una respuesta rápida, un remedio fácil, sin una pregunta por la causa. No sólo no traen su "novela familiar" sino que les es difícil construirla. Coincidieron, también, en que el amor es lo que hace existir al inconsciente. La pregunta fue: ¿Cómo hacer existir ese nuevo amor? ¿Cómo generar el amor de transferencia? Si lo que puede hacer que surja es el deseo del analista, su posición tendrá que ser más activa, y él tendrá que estar atento a rescatar los pocos significantes dichos por el paciente, incluso inventando la forma de provocar que surjan, cada uno a su manera, utilizando la ironía, el chiste, la perplejidad, etc., para ayudarle a construir su historia, sus identificaciones y significantes-amo. En definitiva, ayudarle a hacer el trabajo de alienación que falta, para después poder hacer el trabajo propio del análisis, la separación. La palabra es lo que puede poner límite a ese goce mudo y hacer que el deseo circule o, en muchos sujetos actuales, que aparezca por primera vez. Si la tarea del analista era escuchar e interpretar, en el siglo XXI tendrá que hablar más, por lo menos en un primer momento, y ser un poco "preguntón". Para que el psicoanálisis siga teniendo su rigor y no se transforme en psicoterapia, es imprescindible la formación del psicoanalista. Tampoco hay que caer en la tentación de querer curar al paciente, para lo que es necesario llevar el análisis propio hasta el final. La responsabilidad del discurso analítico frente al cientificismo actual es muy grande. Tal como llevamos diciendo desde hace algunos años, el psicoanalista tendrá que dejar la comodidad de su despacho y salir a la calle, para aunar la intensión con la extensión.

En la Sede de Madrid estuvieron presentes Antoni Vicens e Iván Ruiz. Miriam Chorne se preguntó si el sentido de la intervención de Jacques-Alain Miller en Comandatuba, en 2004, se podía mantener hoy, tras los cambios sobrevenidos. Eric Laurent, en su texto "El orden simbólico en el siglo XXI. Consecuencias para la cura", apunta, en relación a la situación económica, que "este déficit simbólico, estos impases, hacen que seamos todos débiles. Es por ello que el psicoanálisis y su discurso pueden auxiliarnos". Andrés Borderías, en su intervención, se refirió al texto de Miller "Una fantasía": las transformaciones en el orden simbólico nos han situado en otro orden discursivo y constata que el actual discurso del amo responde a la misma articulación que el discurso analítico. Quizá el psicoanálisis no sea ya el reverso del discurso del amo. El orden civilizatorio hipermoderno, aunque tiene una estructura homóloga al discurso psicoanalítico, no constituye en verdad un discurso. El objeto a en el cénit es la nueva brújula que invita al sujeto a franquear las inhibiciones, a la vez que la progresiva caída de los significantes amo da paso a un enjambre inconsistente. Aunque en el discurso de la civilización estos elementos están disjuntos, en el psicoanálisis se ordenan en un discurso. Beatriz García investigó las diversas formas en que progresan las ciencias y las falsas ciencias, y presentó una clasificación de los nuevos Otros: la ciencia, la cuantificación, la evaluación, los protocolos, los fármacos, el objeto técnico; el storytelling, los relatos que toman al sujeto sólo como consumidor; el renacimiento de religiones y el mercado de espiritualidad; el discurso de la autoayuda desde la psicoterapia. La presencia de estas prácticas de sugestión podría colocar al psicoanálisis en la vía de una nostalgia del pasado, en el refugio imaginario de un inconsciente eterno, con la traducción de la metapsicología en términos neurocognitivos. Frente a eso, un psicoanálisis llevado a su término lleva a los significantes amo de un sujeto a lo real de lalengua. Los testimonios de los AE dan cuenta de que un psicoanálisis permite a un sujeto no quedar desguarnecido cuando el simbólico no es lo que era. Pilar González, en su intervención, resaltó la pérdida de valor de la palabra y la escritura en aras de la imagen en esta sociedad del Otro que no existe. El psicoanálisis apunta a un "eso quiere decir algo" necesario para hacer existir la relación simbólica, cuando en la sociedad del Otro que no existe la respuesta es "eso no quiere decir nada". La búsqueda de significación se desplaza a saber hacer hecho de denegación, sin imposible. El sujeto contemporáneo demanda a la ciencia, al estado o a cualquiera que funcione de tapón frente a lo real. Desechado el ideal, el discurso psicoanalítico no trata lo simbólico como inútil, sino que lo usa para poder acceder a otra cosa, donde se da la oportunidad de la creación, alejándose de la repetición y del estancamiento.

La Comunidad del País Vasco se reunió en Bilbao, y contó con la presencia de Carmen Cuñat y Francesc Vilà. Esther González presentó el tema señalando que no se trata de una crisis del saber, sino de una crisis de lo real. Cuando la ciencia borra las subjetividades y los ideales, los sujetos ya no se inventan en el discurso del Otro. Cuando se evapora el sentido de lo real, nos encontramos con un sujeto que ya no pide saber, sino un manual de instrucciones. Iñaki Badiola planteó la cuestión de cómo continuar siendo el partenaire del sujeto con sus síntomas cuando, citando a Eric Laurent, "todo lo que escucha el sujeto lo convierte en goce". Presentó un caso ilustrativo de la promoción del imperativo de la satisfacción y de la maximización del goce en un sujeto que pedía un saber sobre el amor para alcanzar más satisfacción. Cristina Califano hizo referencia al Malestar de la cultura de Freud para recordar que la función del padre no se puede deducir de la naturaleza. Comentó el caso de una mujer situada en el imposible de la separación conyugal; y cuya angustia se le presenta en su trabajo en un hospital: teme fallar y no poder evitar la muerte de un paciente. El significante "instrumentista" restablece una continuidad que le permite decir: "no soy la responsable de la vida de los pacientes". Sagrario García no consideró evidente la caída del orden simbólico. La relación entre el objeto y el sujeto barrado recoge también la fórmula del fantasma perverso. Y sólo introduciendo los significantes en su cadena ese fantasma vuelve vivible. Los famosos WikiLeaks representan un reciclado del objeto escópico, como una red de nervios mundial, por donde circulan mensajes, donde la sexualidad se introduce por una acusación judicial, que se presenta como una extracción del secreto del Otro. Francesc Vilà describió el contexto mundial en que el que se produce el cambio de coordenadas: el desarrollo global del capitalismo financiero y la desaparición de la oposición entre sistemas políticos. El síntoma es una respuesta a este déficit. En el postfreudismo, ante el fracaso de la consistencia de la razón se plantea la consistencia del cuerpo. Lacan recuerda que hoy, entre las posibilidades de lo simbólico y del mundo, estamos en la época de los padecimientos de la e-motion. El semblante de la época lo es de nada. No se puede proporcionar un saber sobre cómo hacer con las emociones de la época. En el debate se comentaron las respuestas al cambio en el orden simbólico. No pueden darse en el orden de un déficit, sino partir de un cambio en el que la caída de la función paterna ha modificado la relación con los significantes amos. Se propusieron términos como desregulado, discordante, fragmentado, disperso, para referirse al nuevo simbólico – un simbólico que concuerda demasiado con el goce. Cuando el síntoma deviene lo único que pone barreras al goce, debemos preguntarnos sobre el semblante que conviene al analista en esta época.

En Valencia, el Seminario de la Escuela fue animado por Liana Velado y Mónica Unterberger. Ruth Pinkasz abrió el panorama indicando el modo en que la desorientación subjetiva dificulta a los sujetos la construcción de un relato que los represente, y conlleva un superyó que exige, que demanda a gritos la presencia del plus de goce. Varias viñetas clínicas ilustraron un decir donde no hay relato y, como decía su paciente psicótico, "nada de lo que nombro ha sido tenido en cuenta antes; solo aquí… en el análisis." Entonces: ¿será posible hacer de la clínica un lugar para la construcción de un relato con el soporte del amor de transferencia? Ricardo Rubio dio cuenta de cómo Lacan deja un cuerpo teórico avanzado que nos permite en la actualidad leer los nuevos síntomas y poder escuchar al sujeto de la hipermodernidad. Cuatro herramientas se nos muestran como imprescindibles: actualizar el sujeto-supuesto-saber, pluralizar los nombres del padre, admitir la forclusión generalizada y, por último, "la corporización significante". Esta última noción la propone Jaques-Alain Miller en su último curso para orientarnos en una práctica que toma la escritura legible en el sinthome como acontecimiento del cuerpo más allá de la relación sexual que no puede escribirse. Miguel Ángel Vázquez, que desde su particularidad y su laboratorio –el gran Hospital de la Fe–, orienta el trabajo cotidiano de cómo hacer que un deseo no sea anónimo para producir vida en entornos estériles, para no reducir al sujeto a su biología como una máquina. Para ello tomó un caso clínico de una niña de 23 meses con un síndrome dismórfico en el que logró una apertura que sacó al sujeto del aislamiento. De lo dismórfico a la forma del síntoma donde la niña da señales de vida en esta nueva atmosfera humanizada que crea el psicoanálisis en las instituciones. En la discusión, se pusieron de relieve algunos puntos y se plantearon algunas cuestiones. Por ejemplo, que si el orden simbólico ya no es lo que era, ahora vemos emerger un nuevo orden ya vaticinado en los albores del siglo XX por el propio Sigmund Freud. Este nuevo orden tiene consecuencias sobre el concepto de inconsciente, que, en este momento, esta más cercano a lo que Lacan nombró el parlêtre. El pivote del sujeto-supuesto-saber queda desplazado y la transferencia toma otro matiz. Entonces podemos decir que el analista ya no es lo que era. Y la gran pregunta en torno al amor es si realmente en la actualidad se trata de amar al inconsciente para hacer existir la relación simbólica entre S1 y S2 frente al "no hay" de la relación sexual. Estas cuestiones y más preguntas abrieron lugar para otros encuentros donde debatir el tema del Congreso de la AMP que nos congregará en Buenos Aires en abril del 2012.


Resumen realizado por Antoni Vicens a partir de reseñas de José María Álvarez, Manuel Montalbán, Fernando Muñoz, Jacinto Ruiz, Maite Esteban, Gracia Viscasillas, Eugenio Díaz, Carmen Garrido, Carmen Bermúdez, Iñaki Viar y Carmen Carceller.